Socializando con el enemigo {Elisa}

Después de la ultima clase estaba agotada y aún quedaba una clase mas con el señor Thomas, un aburrido hombre de larga barba blanca y muy delgado, suspire frustrada mientras iba en el pasillo con mi bolso colgandome de un hombro hacia el salón, antes de entrar en el me tome un momento y se maravillosa idea de saltarme la ultima clase, no me perdería de mucho ya que su clase era aburrida y sin sentido. Rápidamente gire sobre mis talones y busque mi móvil buscando el numero del chofer indicandole que estuviera en los estacionamientos a mas tardar en quince minutos.
En menos de lo planeado el hombre habia llegado mientras yo descansaba en uno de los bancos, reconocí el auto de la familia levantandome y caminando hacia el, nuestro chofer se movió rápidamente para abrir la puerta a lo que yo entre en el auto al instante. Le indique que se dirigiera a Chanel, ya se acercaban las celebraciones mas esperada del año y con el tiempo en la universidad me habia olvidado por completo mis vestimentas, el asintió dirigiendose por el camino mas corto y menos transitado, de tanto ir a esas tiendas el se conocía a la perfección las calles, menos de un cuarto de hora estábamos en la avenida principal, paro frente a la tienda a lo que tome mi bolso y deje los libros en el asiento.

-Cuando vuelva a llamarte acudes para acá, ok- Indique terminando de arreglar mi cabello - Tomate este tiempo libre, si alguien mas te solicita en casa, estas a mi servicio-

Debería saber que tenia mucho tiempo para que disfrutaba, cuando entraba en Chanel era difícil verme afuera pronto.
Baje del auto haciendo sonar mis tacones contra el pavimento, entre en la tienda y las vendedoras sonrieron felizmente de verme, era una cliente habitual, deje que me halagaran mientras comenzaba en la sección de los bolsos, aunque lo mas importante era ver vestidos no estaba de mal llevarse un bolso nuevo.

Definitivamente aquel no era mi mejor día y eso me enfurecía muchísimo. La egoísta de mi madre había decidido que hoy tendría que acudir a un congreso o lo que fuera en nombre de la familia, me lo decía la misma mañana del congreso porque sabía que sino buscaría alguna escusa para evitarlo. Pero no, esta vez no podría decirle que no.

Salí de casa corriendo para buscar un vestido acorde con la etiqueta de aquel evento, parecía que no iba a ser un congreso tan aburrido como algunos a los que había tenido que ir anteriormente, ella sólo me había dado los detalles más generales: la hora del evento y que tenía que ir con traje de noche. Me encantaban las fiestas y aquello pintaba bien, pero el tener que ir con prisas a los sitios hacía que me enfureciera, digamos que estaba que mordía en ese momento.

Entré en el coche como un torbellino y le indiqué a Patrice que me llevara donde quisiera, pero que fuese rápido y que se asegurase que allí iba a encontrar. Patrice tenía un gran olfato respecto a la moda, era la única chófer femenina y la quería yo, era únicamente mi chófer, me gustaba ser distinta a los demás y ella nunca me había fallado. Me recosté en el asiento trasero y me dispuse a relajarme antes de llegar a la tienda en la que me gastaría parte de la fortuna familiar, no quería llegar enfadada, me gustaba disfrutar de las compras que hacía.

Cuando noté que el motor estaba parado me asomé a la ventana para ver mi destino, Chanel, uno de los iconos de París y de Francia entera. Esas dos ces que marcaban el estilo de miles de personas y que a mi tanto me encantaba.

- Gracias Pat, me has leído la mente, como siempre. Te diría que me acompañaras, pero siempre te niegas... - miré hacia delante para ver su reacción y, como siempre, me dió la razón a sabiendas que decía la verdad, ella era de las pocas personas que me caían bien - bueno, entonces espérame más adelante, no se cuánto tardaré, ya sabes...

No hacía falta completar la frase, cuando entraba en el mundo de la moda, sobretodo, desaparecía el tiempo y las horas.

- Claro querida, pero recuerde que tiene que llegar a casa para arreglarse para la noche, no querrá que su madre se enfade por llegar tarde.

- ¿Cuántas veces te he dicho que me hables de tú? - negó con la cabeza, nunca lo haría - Tranquila, lo tengo controlado, gracias de nuevo.

Bajé del coche, me puse las gafas de sol que me alejaban del mundo y entré en la tienda. Saludé con una sonrisa y fui directa a los vestidos, ya llegaría después a los accesorios.

De camino para mi destino algo se interpuso entre mi y mi compra, una voz conocida y a la vez casi odiada me hizo girarme hacia esa dirección.

- Genial - exclamé en tono de desagrado. Coraline estaba allí, eso equivalía a tener que compartir aire y espacio con ella, nunca habíamos tenido una relación de amistad ni posiblemente la tendríamos, éramos demasiado iguales y a la vez demasiado diferentes.

Sin duda Chanel es la marca favorita mía, puede que mi armario este compuesto por numerosos y famosos diseñadores, pero para mí nada como un clásico Chanel en tu vestimenta y por eso el que predomina en mi vestimenta. Gracias a Dios, o más bien gracias a la genialidad de mis ancestros venía de una de las más poderosas y prestigiosas familias de Paris, tenía el dinero suficiente para costear cada uno de mis tantos lujos, y no tenía que pasarme dos años de mi vida juntando el dinero necesario para comprar un bolso Chanel de los más baratos.
Camine junto a una de las vendedoras que me indicaba que habían llegado los últimos vestidos y que eran exclusivos, eso quería decir que no habría otro más por lo menos en Paris, le sonreí amablemente siguiendo sus pasos, ella me llevaría a la sección que solo clientes frecuentes, y no aficionados, podíamos entrar. La seguí hasta las escaleras que nos llevaban hasta un segundo pequeño piso, habían maniquís que llevaban vestidos preciosos, abrí los ojos de forma sorprendida mientras le dedicaba una mirada rápida a cada una de esas hasta que me encontré con un personaje que conocía a la perfección y por asuntos obvios nunca había cruzado palabra alguna, pude escuchar lo que murmuro al verme.

-Pueden tener vestidos exclusivos, pero no todos los clientes lo son- Afirme enarcando una ceja mientras le dedicaba una mirada de desprecio a la muchacha Lawliet.

Esa rivalidad había nacido antes que nosotras misma pensáramos por nuestra cuenta, por lo menos desde pequeña mis padres y tíos habían dejado en claro que era importante no relacionarnos con ellos por ningún motivo.

Le dije lo que necesitaba a la dependienta que me atendía a mi y volvió con un burro, esa especie de armatoste de metal que aparece en tantos desfiles de moda, portando una cantidad ingente de vestidos preciosos entre los que elegir uno o, mejor dicho, al menos uno.

Descolgó el primer vestido, uno asimétrico en tonos malva enseñándome cada centímetro de él para que viese que sí, era exclusivo, acababa de salir del último desfile de la firma y solo se encontraba allí y sólo estaba ese, como todo en esa parte de la tienda.

Dejé el vestido que la dependienta me estaba enseñando en sus manos y me giré hacia ella.

- Creo que lo han dejado bastante claro dejándote entrar a ti en esta sección, ¿o tu familia ha amenazado a alguien? no sería la primera vez... - le mostré una fría sonrisa y volví a mirar a la dependienta.

Las trabajadoras de allí se nos quedaron mirando a ambas, no era normal tanto odio concentrado en una misma habitación y menos cuando esas dos personas tienen tanto poder, tanto como aplastar a quién desee como cucarachas y que nadie pregunte por ello.

Era divertido ver como ambas vendedoras se miraban la una a la otra debido a nuestro comportamiento bastante hostil y eso que hace apenas un par de minutos nos habíamos encontrados. Si no pensara y solo actuara me habría rebajado a contestarle sus tontos e infantiles insultos, más bien me acomode el cabello tomando un ligero vestido de un color coral que dejaba ver los hombros y que me llegaría sobre las rodillas. No me sorprendía que dijera esas palabras, pero era una ironía que ella misma las pronunciara, ambas sabíamos que nuestras familias a pesar de ser rivales por naturaleza actuaban de la misma forma si se trataba de dejar en claro que teníamos poder, eran capaces de lo que sea y sin remordimientos.

-No es necesario que sigamos el ejemplo de los Lawliet, aquí saben que los D’Ascolli estamos sobre ustedes- Afirme guiñándole un ojo sin quitar la sonrisa de mi cara. Estire mi mano hacía un maniquí que estaba sobre una plataforma y tenía sobre el un vestido blanco invierno de encaje con un gran escote de espalda – Ese quiero ver-

Sería un buen vestido para esperar el próximo año, que mejor que esperar con un color llamativo, nada de negros eso sería para cualquier fiesta, en este año me debía destacar, como siempre. Mientras mi vendedora iba por ayuda para arrebatar el vestido de la maniquí me gire para mirar el fino vestido que la chica.

-Te recomendaría un color rojo, por lo menos hará desaparecer ese aspecto infantil que aun posees- Murmure echándole una mirada a un vestido que colgaba en un rincón, era de un poderoso color rojo que destacaría donde quisiera, era sin tirantes y aunque quisiera ponérselo una quinceañera no lo luciría bien – ¡Ese está perfecto!-

Estaba mal entablar algún tipo de conversación con ella, pero prefería fraternizar un momento que andar haciendo un escándalo, no en Chanel, no en mi boutique favorita.

Punto para Coraline, realmente sabía contestar y sabía con quien se manejaba. Creo que sino fuésemos de familias tan rivales podríamos hasta llevarnos bien, una pena... Pero ¿qué digo? ¿desde cuando se me ocurren pensar semejantes cosas? Nunca podríamos ser amigas, demasiado ego y capricho en dos personas no era bueno.

Preferí dejar el tema de las familias, no llevaría a ningún sitio y a ninguna nos convenía que nuestros "asuntos" saliesen a la luz por una pelea de crías. Mi madre me había enseñado bien, por algo estaba estudiando periodismo y, además, por algo siempre me dijo que los problemas familiares y con familias rivales nunca se debían de discutir delante de gente..¿cómo dijo?, ah sí, insignificante, pero que podría llevarnos a la ruina, y tenía razón.

Tengo que admitir que Coraline siempre tuvo un buen gusto respecto a la moda y, esa vez, tampoco se equivocaba, el vestido que había elegido era precioso, pero podía permitir que ella se fuese de allí con aquel precioso vestido y yo sin nada o, al menos, sin nada equivalente.

- ¿sabes que el blanco engorda? Además, con la piel tan blanca como la tuya quedarías mimetizada - di un rápido vistazo alrededor de la tienda - Quizás un azul eléctrico te haría parecer la reina del hielo, bueno, la princesa...

Señalé al fondo de la habitación donde se encontraba un precioso vestido palabra de honor en aquel color tan de moda. Realmente ella también me había ayudado, quisiera o no, aquel vestido que señalaba en color rojo era bonito y podría encajar a la perfección en mi cuerpo.

- Oye - me dirigí a una de las dependientas que se atrevió a volver a la zona cero en la que lo habíamos convertido - sácame ese vestido rojo, gracias.

Todas las palabras acompañadas de una sonrisa hacían que la gente pasara de temerte a adorarte, todo el mundo debería probarlo alguna vez, funciona.

Le sonreí de lado al escuchar su opinión, estaba en lo cierto pero moría por un vestido blanco, quizás si me llevaría ese vestido pero no para lucirlo, amaba los encajes y no creo que papá se molestara por gastar algo más de lo planeado, al final el dinero no era una gran preocupación para nuestra familia. Aun así seguía pensando que era ilógico estar recomendándonos mutuamente formas de llevar los vestidos, ojalas esto no llegara a los oídos de mi padre, se molestaría y me llevaría un reto, aunque una pelea más y menos con él era pan de cada día.
La empleada del lugar se quedó parada mirándome para ver mi decisión, le hice un gesto con la mano para que continuara, quizás después de broncearme me serviría para alguna ocasión, o simplemente lo tendría ahí guardado sin uso como tenía a otros en mi armario, si no eran míos, no eran de nadie.

No me ofendieron en nada sus palabras, ya me habían indicado mi piel tan pálida desde pequeña y nunca me había afectado.

- Princesa por ahora, algún día la reina- Afirme girándome para ver aquel vestido azul que ella recomendaba, era precioso y en mi persona se vería mucho mejor, las comisuras de mis labios se elevaron sonriendo, había encontrado el vestido perfecto para año nuevo – Tienes buen gusto Lawliet-

Era una costumbre tratar por los apellidos a los desconocidos o personas que no precisamente fueran de mi agrado. Escuche como ella ordenaba el vestido antes recomendado por mí y sonreí, mi vendedora volvió con el vestido blanco el cual atrape en mis manos rápidamente.

-También aquel azul del rincón- Apunte con mi mano mientras la esquivaba y caminaba hacia los probadores – Me lo llevas que también deseo probármelo-

Camine con el vestido blanco invierno y coral en mis brazos, llegando rápidamente a los probadores entrando en uno para probarme aquellos finos vestidos.

Se adueñó de los dos vestidos sin casi tiempo de reacción por mi parte. Entró rápidamente en los probadores y yo me quedé fuera esperando mi vestido y mirando lo demás, quizás encontrase algo para el día a día o, al menos, algo para llevarme en más de una bolsa, me encantaba ir por la calle y que la gente se girase viendo la cantidad de ropa que podía llegar a acumular en una tarde de compras. Era estimulante y, a la vez, satisfactorio ver que el poder adquisitivo de mi familia no pasaba inadvertido.

La dependienta que atendía a Coraline salió de los probadores y me sonrió tímidamente.

- ¿Qué? ¿te lo pasas bien? ¿te gusta tu trabajo? - se ve que había escogido a la dependienta lenta y aún me tenía esperando así que, para no aburrirme, decidí entablar conversación con la chica.

- Bueno, no es el trabajo de mis sueños, pero no me quejo. Déjame que te diga que, el vestido azul, también te hubiese quedado perfecto a ti, no sé por qué se lo dijiste a ella...

- Digamos que no soy tan mala persona como quieren hacer creer y los Lawliet también sabemos comportarnos, no lo olvides - le guiñé un ojo y me sonrió, ya la tenía de mi parte para cuándo necesitase cualquier cosa.

- Bueno, voy a coger unos zapatos que me ha pedido y...luego nos veremos, espero que lo tengas todo a tu gusto, Elisa.

Al momento de dejarme esa dependienta entró la otra un poco acelerada pero con una sonrisa de oreja a oreja.

- Aquí tienes el vestido, me he tomado la libertad de elegirte dos más que no están aquí expuestos, acababan de llegar y no nos había dado tiempo de ponerlos, espero que sean de tu agrado.

Me los enseñó uno por uno y me di cuenta que eran preciosos, quizás no tanto como el rojo, pero a ese pocos se le podían comparar, sonreí de oreja a oreja y entré en los probadores justo cuando Coraline salía con uno de los vestidos que había elegido, le quedaba realmente bien. Le dediqué una media sonrisa y me metí en los probadores.

- Querida, traeme unos zapatos, por favor, estos vestidos no quedan bien con cuñas - la dependienta asintió y nos volvió a dejar solas.

- ¿Sabes? Te queda muy bien ese vestido, no lo tomes como un cumplido, soy objetiva 100% - dije asomándome por el probador enseñando solo la cabeza.